A comienzos de la temporada, Juan Martín del Potro luchaba por darse una nueva oportunidad en el tenis. Dos años de operaciones en las muñecas lo habían dejado en la cola del ranking y pocos apostaban a una recuperación plena. Probablemente si alguien hubiera dicho que el argentino lograría la medalla de plata en los Juegos Olímpicos y que ganaría la Copa Davis a nueve meses de su regreso, habría sido tratado de loco.
Cuando esos momentos de oscuridad acompañaban a Delpo, aparecía su coraje. Prueba de ello fue un mensaje que dejó en sus redes sociales: "El orgullo y el amor propio son mucho más fuertes y yo estoy acá gracias a ustedes, que son mis amigos y que siempre me bancaron cuando estuve muy mal. Todo el esfuerzo que hago es para que puedan disfrutar viéndome jugar y para que durante muchos años más estemos todos juntos peleando porque yo pueda volver a ser feliz en una cancha. Les mando un abrazo y que cada uno lo deje todo en lo que haga. Y si sale bien, buenísimo. Y si no, que se queden tranquilos, que lo dieron todo".
Con esa mentalidad, volvió a pisar una cancha en Delray Beach, en febrero. Estaba en el puesto 1.042 de la clasificación. Sin embargo, con las semifinales que alcanzó, ahí treparía hasta el 420.
Aprovechando invitaciones siguió escalando en el ranking, lo que le valió ser convidado a los Juegos Olímpicos, donde de entrada sorprendió a Novak Djokovic, el número uno del mundo en ese momento, y en semifinales se impuso a Rafael Nadal. Su gran tenis lo llevó a la final, y sólo el cansancio lo privó de ganar el oro ante Andy Murray.
Su coraje fue visto por todo el mundo y principalmente por el pueblo argentino, que empezó a reconciliarse con su figura luego de las malas experiencias pasadas en la Copa Davis de 2008.
"Pecho frío", fue el apelativo más común que recibió el tandilense luego de haber perdido un single y después haberse lesionado en aquella final contra España, que además le significó un duro enfrentamiento con David Nalbandian y con la Asociación Argentina de Tenis.
Pero la deuda con la Davis la saldaría. Volvería a jugar tras cuatro años de ausencia y en semifinales vencería a Andy Murray, en Glasgow, dando una muestra de que su regreso era muy en serio.
Poco antes de la final ante Croacia, se quedó con su primer título en dos años, el de Estocolmo, un empujón que lo pondría en el lugar 38 del mundo y que le haría merecedor al premio al mejor regreso de la temporada.
Y si bien en términos de ranking no terminó en el top ten, para el nuevo santo argentino lo vivido es inolvidable: "Es soñado todo lo que me ha tocado vivir este año, pero mejor cierre no se podía dar. Es el mejor año de mi carrera".
Peleó por volver a ser feliz en una cancha y lo consiguió. Hoy sólo él sabe cuál es su techo, porque su amor propio no tiene límites.
"Me voy a seguir emocionando cada vez que lo vea a Juan Martín entrar en la cancha. Porque sé por lo que ha pasado. Ha sentido una gran responsabilidad en esta final, le costó. Pero antes de venir para acá le dije que esta final iba a ser mejor para él. No sabíamos si íbamos a ganar, pero sabía que iba a ser mejor. Y no me equivoqué", confesó Daniel Orsanic tras obtener la Copa Davis.
Del Potro se quitó una gran espina que tenía clavada y lo logró con una categoría asombrosa que lo convierte en leyenda, en un prócer de la historia del tenis argentino.