A poco de cumplirse los primeros 12 meses de la gestión de Javier Milei, la recesión ha impactado fuertemente en la población, con una inflación persistente y salarios que apenas logran recuperar la caída de los últimos meses. Desde el segundo trimestre de 2023, el poder adquisitivo de los salarios ha disminuido un 11%, ampliando la desigualdad debido a una mayor concentración de ingresos en los sectores más ricos.
Un informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina, titulado "Cambios en el bienestar y la distribución del ingreso", señala que entre el segundo trimestre de 2023 y el mismo período de 2024 se ha evidenciado un empobrecimiento de la población, impulsado por tres factores: la pérdida de capacidad de consumo en un contexto de alta inflación, la falta de mejoras en los ingresos y el acelerado aumento de precios.
Este deterioro ha afectado a todos los estratos sociales, pero especialmente a los sectores más vulnerables. El estrato más bajo ha enfrentado la caída más significativa de su poder de compra, lo que ha ampliado la brecha de ingresos en comparación con la línea de indigencia y pobreza, medida a partir de la canasta básica alimentaria y total. Además, el aumento del desempleo, que alcanzó el 7,6% en el segundo trimestre, ha profundizado aún más el impacto en los sectores más desfavorecidos.
Actualmente, más de 1,7 millones de argentinos han perdido su empleo. La escasez de oportunidades para compensar la caída del ingreso real a través del "autoempleo informal" ha afectado la calidad económica de la sociedad.
El informe destaca que el período 2023-2024 se caracteriza por un deterioro del bienestar, que se presenta de manera diferenciada dentro de la estructura social. Aunque todos han perdido, los estratos más bajos han sufrido más en términos absolutos y relativos, resultando en una caída del bienestar económico y en una distribución de ingresos más regresiva.
Asimismo, los autores del informe observan un descenso en el volumen real de ingresos de los hogares provenientes del mercado de trabajo, así como en los recursos monetarios no laborales. Persisten desigualdades estructurales en la composición de los ingresos de las unidades domésticas, donde los estratos bajos dependen más de ingresos no laborales, mientras que los hogares de estratos más altos presentan una mayor participación de ingresos laborales.
Caída de ingresos y aumento de la desigualdad
El análisis revela que la pérdida de ingresos es más pronunciada entre quienes perciben menores salarios, en comparación con los sectores más altos. En promedio, la caída de ingresos alcanzó el 12%, disminuyendo de $330.658 en 2023 a $289.562 en 2024. Esta variación ha sido insuficiente para compensar el aumento en la canasta básica alimentaria y no alimentaria, lo que ha resultado en una pérdida de ingresos reales para los argentinos.
La caída de ingresos ha sido más significativa en el estrato más bajo, lo que ha llevado a un aumento de la desigualdad. Esto se refleja en el incremento del índice de desigualdad de Gini, que pasó de 0,417 a 0,436 en el segundo trimestre. Para ilustrar esta dinámica, el informe indica que, en el segundo trimestre de 2024, el 20% de la población de menores ingresos se apropia de solo el 5% de los recursos monetarios totales, mientras que el 20% de mayores ingresos concentra el 49,3%. En medio de la recesión, la capacidad de apropiación de los ingresos por parte de quienes están en la cúspide de la pirámide ha crecido del 44,9% al 48,3%, mientras que la proporción de quienes perciben menores ingresos ha disminuido del 4,3% al 3,5%.
Leve recuperación de los ingresos, pero desigual
A pesar de la notable caída de ingresos en comparación con 2023, el informe también señala algunas noticias positivas. En la comparación intertrimestral del primer período de 2024 con el segundo, se observa una desaceleración en el ritmo de aumento de precios y una leve recuperación de los ingresos reales, especialmente en los estratos más bajos. La capacidad de compra del ingreso medio real de la ocupación principal aumentó un 7%, debido a que el mayor crecimiento en los precios se registró en diciembre y enero, cuando la inflación alcanzó picos del 25,5% y 20,6%, respectivamente. Durante el segundo trimestre, aunque la inflación continuó en aumento, su ritmo se moderó. Sin embargo, los ingresos aún están lejos de los niveles del año anterior, por lo que lo perdido no se ha recuperado completamente.
Entre el primer y segundo trimestre de 2024, los sectores más desfavorecidos han mostrado los mayores niveles de recuperación en su bienestar económico, aunque la mejora ha sido desigual. Los ingresos promedio en los sectores más bajos se han acercado levemente a los requerimientos básicos para la subsistencia. Sin embargo, esta mejora ha sido "dispar", con un mayor avance en los estratos medios, mientras que los estratos bajos no han evidenciado recuperación, lo que ha llevado a una mayor concentración de ingresos en la mitad de la pirámide económica.
El informe concluye que, aunque ha habido un descenso en los niveles de desigualdad en la comparación entre trimestres sucesivos, esta reducción debe ser contextualizada, ya que se compara un primer trimestre con aguinaldo con un segundo trimestre sin aguinaldo, lo que puede resultar en mayores niveles de desigualdad en los trimestres con aguinaldo.
Para explicar la leve recuperación, el informe destaca el papel de los ingresos externos al mercado de trabajo, que han mostrado un incremento en los hogares del primer quintil, es decir, los de más bajos recursos. Esto sugiere que la recuperación de ingresos no laborales ha tenido un impacto positivo en sus presupuestos. (Ámbito)