Quiero jugadores que nunca se resignen a perder. Si usted consigue un equipo con once tipos así, empiece a pensar en campeonatos". La frase corresponde a Ángel Labruna aunque tranquilamente podría ser de Marcelo Gallardo. Las palabras de la gran gloria de River reflejan la mentalidad que le supo imponer el DT a su equipo, que logró cinco títulos en dos años y medio y que pasado mañana jugará la octava final, ante Rosario Central, por la Copa Argentina. <b>Pero a pesar de que las fotos del ciclo del Muñeco están repletas de sonrisas, abrazos, gritos furiosos de gol y copas levantadas, nunca transitó un camino repleto de calma y días soleados, sino que se fue moldeando a fuerza de golpes y nubarrones que debió superar para seguir de pie</b>.
Anteayer, ante Boca, recibió uno de los cachetazos más dolorosos. <b>La derrota 4-2 en el Monumental dejó cabizbajo y tambaleando al Millonario de cara al gran objetivo del semestre, pensando más en la posibilidad de jugar la Copa Libertadores 2017 que en conquistar el título nacional en sí</b>. Como si fuese una película que se repite una y otra vez, Gallardo tendrá que reponer energías y cambiar el ánimo rápidamente. La historia marca que cuando no quedaba margen de error, siempre apareció el mejor River bajo su conducción.
"Nos duele mucho, pero el jueves tenemos una final y es la revancha para poder olvidar este partido. <b>A los jugadores les dije que vamos a sufrir el dolor de la derrota, pero que tengo que tener un equipo con ganas de revancha", les advirtió Gallardo</b> tras perder el clásico. Un Monumental envuelto entre el silencio y la bronca recibió ayer por la tarde al plantel millonario, que se entrenó pensando en el duelo frente a Rosario Central. Antes de la práctica, el DT juntó al plantel y mantuvo una charla buscando la pronta recuperación anímica de un equipo dolido, que todavía no logró digerir la derrota. <b>Las caras largas predominaron, especialmente entre aquellos que fueron titulares ante Boca, que realizaron trabajos regenerativos</b>. Leonardo Ponzio, con un esguince leve de rodilla derecha, se entrenó de forma diferenciada y aguardarán por su evolución hasta último momento.
<b>River debe reaccionar pronto. Y esta vez se suma la incógnita sobre la continuidad del entrenador</b>. Por eso ante Central será realmente a todo o nada: de ganar, el elenco millonario conquistará un nuevo título y jugará la Libertadores 2017; de perder, tendrá que afrontar el primer semestre del nuevo año alejado en el torneo local y sin doble competencia.
Desde que asumió, tal vez el primer golpe que recibió el River de Gallardo fue la derrota por 1-0 ante Racing en la fecha 17° del Torneo Transición 2014, que le terminó allanando al equipo de Diego Cocca el camino al título. Aquella noche de domingo, el Muñeco tomó la decisión de poner una formación alternativa, pensando en la definición que tenía el jueves siguiente por las semifinales de la Copa Sudamericana ante Boca, tras el 0-0 de la ida en la Bombonera. Por eso sólo tres jugadores participaron de ambos partidos -Marcelo Barovero, Funes Mori y Germán Pezzella-.
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"Estoy con bronca, pero tranquilo porque los chicos hicieron un gran esfuerzo. Había que tomar decisiones, y opté por la posibilidad de mostrar un equipo fresco. Pero tenemos que mirar al jueves, era la apuesta fuerte que teníamos, el gran partido que todos queremos jugar", atinó a explicar Gallardo en Avellaneda. En medio de la polémica tras perder la punta, la respuesta fue inmediata y revitalizadora: el histórico triunfo con gol de Leonardo Pisculichi ante el xeneize le dio el empuje necesario para levantar la Sudamericana y dejar atrás el mal trago del subcampeonato local.
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Luego, el 31 de enero de 2015, en el cierre de la pretemporada, el equipo millonario sufrió un duro tropiezo: la derrota 5-0 frente a Boca en Mendoza. Con tres expulsados y una amplia superioridad del rival, se instaló un manto de dudas sobre el presente de River y del entrenador, que una semana después debía jugar la Recopa Sudamericana ante San Lorenzo.
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Aquella noche que fue una pesadilla, Gallardo bajó un mensaje similar al que dejó anteayer en el Monumental. "Una derrota como ésta, duele y mucho. No era el mejor escenario para arrancar el año, pero no hay excusas. La autocrítica va a ser profunda y para adentro. Hay que mostrar un temple importante. Perdimos el foco. Pero no nos olvidemos que estos jugadores fueron el alma del hincha hace poco tiempo", fueron las palabras del entrenador, quien luego aseguró que el equipo iba a reaccionar rápidamente. "Siempre hay que estar calmo, llevar tranquilidad, sobre todo en los malos momentos. Mostrar la entereza, el equilibrio. Nos vamos a preparar para lo que realmente nos interesa, que es ganar una copa. Nos vamos a reivindicar frente a San Lorenzo".
Y así fue. Con el mismo equipo y con goles de Carlos Sánchez, River se quedó con ambos partidos por 1-0 y se levantó rápidamente del piso, conquistando el segundo título de los cinco que logró el Muñeco en su etapa como conductor.
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Luego vendría la problemática etapa de grupos de la Copa Libertadores 2015, en la que fue demasiado irregular y terminó accediendo a los octavos de final en una increíble definición. Aquel desconcertante andar lo dejó en el puesto 16 de los clasificados, debiendo enfrentar al mejor: el Boca del Vasco Arruabarrena. Y no solo eso, a menos de dos semanas de una nueva serie ante el máximo rival, perdió la final de la Supercopa Argentina con Huracán por 1-0 en San Juan y cayó 2-0 en el clásico del torneo local disputado en la Ribera.
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Pero en otra prueba de carácter, el equipo del Muñeco volvió a responder y se quedó con el cruce en Núñez por 1-0 con un gol de penal de Sánchez. "Teníamos que ser decisivos, agresivos e intensos y lo fuimos ante un rival muy difícil. Pero es un partido de Copa, son distintos, hay mucha intensidad y nervios, no es fácil jugarlo. River mostró otra vez autoridad para un cruce decisivo. Había que jugar así", explicó el entrenador tras el triunfo, empezando a mostrar que su equipo tenía otro calibre cuando debía apostar todo sin margen de error -al día de hoy, jugó 29 series mano a mano, con 23 triunfos y seis caídas-. Luego, el escándalo del gas pimienta en la Bombonera y la suspensión del encuentro de vuelta en el entretiempo empañaron -de algún modo- la buena tarea de River durante los 135 minutos que se pudieron disputar de la serie.
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El partido siguiente fue el primer choque ante Cruzeiro en el Monumental por los cuartos de final. Y otra vez el futuro del equipo quedó pendiendo de un hilo: perdió 1-0 y debió definir la serie en Brasil, ante un rival que lo había amargado en reiteradas ocasiones. Ante un panorama que anticipaba lo peor, el DT sostuvo al equipo titular, jugó el mejor partido de los últimos años y goleó 3-0 a Cruzeiro. Tal vez, la actuación más destacada en todo el ciclo de Gallardo.
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Tras un año a puro golpe y contragolpe, comenzó un período de irregularidad pero sin caídas abrumadoras. Luego de conquistar la Libertadores y la Suruga Bank, el equipo entró en un terreno nebuloso, fue eliminado de la Sudamericana en semifinales por Huracán y llegó con un rendimiento dispar al Mundial de Clubes, en Japón, donde cayó en la final ante Barcelona por 3-0. Un resultado que marcó un antes y un después de un plantel que comenzó a diezmarse con la partida de sus grandes figuras.
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"Terminamos un ciclo hermosísimo, estoy orgulloso de lo que vivimos este año y medio. El proceso se acaba acá y empezaremos de nuevo en 2016. Es un desafío porque tenemos que renovarnos en todo sentido, quizás cambiar el sistema, y ver qué jugadores tenemos para formar un equipo que siga siendo competitivo", analizó Gallardo en Tokio.
Tras una corta pretemporada, el primer semestre del presente año le costó, con otro apático torneo local, y la defensa de la Copa como el gran objetivo -para eso regresó Andrés D'Alessandro-. Con muchos vaivenes futbolísticos, rápidamente quedó sentido, cuando Independiente del Valle lo venció 2-0 en la ida de los octavos de final en Ecuador. "El equipo tiene que mostrar rebeldía. Vamos a preparar el partido de vuelta con mucha mentalidad. En nuestra cancha somos fuertes. Necesitamos convertir, pero estamos en condiciones de hacerlo. Estoy seguro de que la gente va a responder, el equipo lo necesita. Vamos a dar vuelta esta serie", destacó el DT en la tarde noche de Quito, mostrándose aún más convencido que en circunstancias anteriores que, a priori, parecían más irreversibles.
En el Monumental, se vio otro River, más agresivo y punzante para atacar. Pero increíblemente, después de llegar ¡24 veces! con peligro al arco rival, solo pudo marcar un gol a través de Lucas Alario y quedó afuera en casa ante los ecuatorianos. Tal vez, uno de los pocos golpes de los que no se pudo levantar.
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Ahora, ante Rosario Central, buscará el primer título doméstico del ciclo Gallardo y el segundo del año luego de conquistar la Recopa Sudamericana. Será en un contexto inusual, lleno de incógnitas y con las miradas puestas encima, a la espera de esa respuesta que casi siempre supo dar cuando estuvo contra las cuerdas.