La propuesta es sencilla. Un billete da la chance de poner a prueba la pericia para sacar peluches usando una garra metálica. Las herramientas son sólo una palanca y un botón. Un cristal divide la tierra de los premios de la cruda realidad del afuera. Parece un desafío de destreza. Pero, como todo en el comercio del azar, es más complejo.
El imaginario popular dice que este tipo de máquinas están arregladas, y no se puede ganar. O que únicamente se vence cuando el frío designio de un temporizador estipula, tras cierta cantidad de intentos, que el jugador puede acceder al paraíso. Pero otros aseguran que, con la práctica, descubren trucos o estrategias para ganar. Y así ven, una y otra vez, cómo la mano cromada deposita el osito en el compartimiento donde se retiran los tesoros.
"Me han dicho que están arregladas, que la garra suelta 9 de cada 10 intentos a propósito. Creo que es verdad, porque se ve que muchas veces se afloja", comenta un usuario. "Con mi hijo siempre estoy esquivándolas. Yo les digo las máquinas del mal, te dejan más seca que la Afip", dice con sorna una madre.
¿Cómo funcionan las máquinas de garra?
Diversas fuentes del sector explican que hay dos tipos de máquinas.Las clásicas, que son las que se suelen ver en algunos quioscos, en general no tienen arreglo, sino un potenciómetro que se regula a ojo con dos fuerzas, de agarre y de arrastre, para que la garra sea débil o apriete. "Siempre depende de la fuerza en la que la configuran, no importa que tan bueno sea el que participe. Las más viejas no tienen muchos niveles de dificultad.
uede ser que durante un mismo día las hagan variar", confiesa una persona que trabajó durante años para una gran distribuidora rosarina.
El segundo tipo de máquinas son más nuevas y se las suele ver en shoppings o salas de arcade. Permiten calibrar la cantidad de intentos y suelen tener premios más vistosos que sólo peluches. Generalmente se establece que la dificultad sea casi imposible hasta determinada cantidad de jugadas. Esto depende de cada local. Algunos distribuidores recomiendan que sea cada determinada cantidad de tiros, pero los comercios que invierten mucho en premios (como productos de electrónica) lo estiran más, para obtener más ganancias.
"La máquina tiene un sensor que detecta cada vez que le ponen un crédito y cuándo sale el muñeco. En los shoppings, las programamos para que salga cada 30 intentos, pero no es que justo sale al número 30. En una cuenta ponele de 100.000 pruebas te va a dar eso en promedio", cuenta Manuel, fabricante de Clarck Argentina, una empresa nacional con sede en Buenos Aires.
Los que están en el negocio afirman que se puede ganar, pero no es una cuestión de pericia. ¿Por qué hay gente que dice que le "encontró la vuelta" y saca premios seguido, entonces? "Mi hijo de 11 años les agarró la mano hace rato. Las mira y mide desde el costado, no de frente, y le da pequeños golpecitos a la palanca para acomodarla. Ya sacó relojes y bastantes peluches. Si la máquina no le va a dar premio la deja rápido, si ve que la garra está ajustada, ahí le mete fichas", cuenta un padre con orgullo.
En el caso de las máquinas viejas, hay sitios que dejan una tanda fácil, sobre todo en horarios pico, para darle credibilidad al sistema y que la gente las siga usando. "Le bajan la dificultad un rato, y luego vuelven a subirla. Pero está hecho para que no importe el jugador, que sólo puede tener la habilidad de observar y reconocer una máquina con la pinza de acero en modo fuerte o débil, para aprovechar la oportunidad", apunta un hombre del paño.
Nacional o importada
¿De dónde provienen los dispositivos? Las empresas que distribuyen este tipo de máquinas en Argentina no son muchas: las más grandes traen containers desde China con gran cantidad de máquinas para lograr que la operación sea económicamente viable. Pero antes se fabricaban en territorio nacional con insumos importados.
"Entre los 80 y los 90 fueron un boom, venían los kits de afuera y se armaban acá con gabinetes de madera, cuadrados, rústicos . Las grúas hoy vienen todas importadas. Hay unos modelos hermosos de plástico que vienen de afuera, y acá no hay matrices para hacerlos así. Vienen con distintos formatos, caritas, ojitos, luces led de colores que se prenden y apagan, joystick y botones", señala Manuel, de Clarck Argentina.
Si bien existen hace décadas, en Rosario comenzaron a multiplicarse con el ocaso de los locales de videojuegos arcade a fines de los 90 y el surgimiento a principios de 2000 de lugares más enfocados en las máquinas que emiten tickets y premios. Algunos de los lugares donde se concentran son las peatonales, la estacón de ómnibus, los shoppings y los hipermercados.
Divertidos, un local de ocio para niños, es el rey de las peatonales en este rubro. A metros del cine Monumental, por San Martín entre San Luis y Rioja, tiene 14 dispositivos con grúa que prometen el edén de peluche. Cada uno con su temática, en su prisión de vidrio, aguarda la libertad muñecos de Hello Kitty, Pokémon, Bob Esponja, Star Wars, Minions, unicornios de Mi Pequeño Pony, el universo Marvel y la Pantera Rosa. Según el tamaño de la recompensa, el intento cuesta entre 190 y 350 pesos.
En tanto, la nueva sucursal de Fun Park, ubicada en la esquina de Córdoba y San Martín, tiene siete, en la que por 155 a 330 pesos pueden sacarse peluches grandes de Lilo & Stitch o Winnie Pooh, o más pequeños de otras sagas. La que está en el ex Bowling 10, la primera que abrió, tiene cinco.
Pero en ambas, todas las miradas se la llevan dos que ofrecen premios de alto calibre: una Playstation 5 y un celular Samsung S21. Sin embargo, estas dos no se manejan con garra. Los premios están atados de una tanza y el jugador maneja una tijera que debe cortarla para que el objeto caiga.
Las máquinas están presentes en algunos comercios, a un precio más bajo y premios más modestos: una heladería Grido y un quiosco por San Martín tienen en la puerta unas llenas de peluches pequeños a 100 pesos el tiro.
Propia o alquilada
Otro tema es el arreglo de los dueños de las máquinas con los locales. Hay dos modelos: alquiler de la máquina y alquiler del espacio. En el primero se le deja el aparato por un tiempo determinado, y del dinero ingresado se le da un porcentaje al dueño del local. El que presta el servicio corre con el costo de mantenimiento y de reposición de los premios. Esto se implementa en general en comercios más pequeños. En cambio, en espacios más grandes, como supermercados, shoppings o terminales, el que pone la grúa paga el espacio.
Por lo general las máquinas funcionan con billetes, ya no existen más con monedas. Algunas funcionan con fichas, e incluso en algunos lugares están instalando con QR. En los locales de videojuegos, las ponen con tarjeta magnética a la que se le carga crédito. El precio del intento depende de la comisión que se arregle: en un quiosco se da el 20 o 25% al comerciante, pero en los shoppings le cobran el espacio al que pone el aparato, entonces la ecuación cambia.
En ese caso, el precio se regula dependiendo el valor del alquiler y el costo de los muñecos que vayan adentro. "Siempre se recomienda que pongan cosas que llamen la atención, más caras. Los peluches importados de personajes atraen más, pero tienen un valor más alto, por lo que tenés que poner que el premio salga más esporádicamente para amortizarlo", detalla el fabricante.
El cálculo para la programación de una máquina, en este caso, es en tercios: una parte para pagar el lugar, otra de costo del premio y la tercera de ganancia. "Por eso nosotros lo ponemos en 30 intentos. En una máquina de muñecos chicos vale 200 pesos el tiro, cuando recaudás 6.000 pesos ahí te da un muñeco. Uno lindo vale hoy 2.000 pesos de costo, más otros 2.000 en proporción que pagás de alquiler, y te quedan 2.000 de ganancia", explicó el hombre de la firma Clarck.
A nadie que haya visto una máquina de sacar ositos puede sorprenderle saber que están programadas. La escena de Toy Story (1995) en la que Sid, el niño que tortura juguetes, saca tres premios seguidos de "la garra" (entre ellos a los protagonistas Woody el vaquero y el astronauta Buzz Lightyear) es prácticamente imposible.
Pero como en el casino, al gélido arbitrio del azar se le puede ganar con una buena capacidad de observación que equilibre los tantos. (La Capital de Rosario)