Brasil necesitaba mostrar carácter después de una Copa del Mundo en la que hasta ahora no brilló y avanzó a cuartos después de vencer agónicamente a Chile en los penales. Colombia era una buen medida. El equipo de José Pekerman es uno de los que mejor fútbol mostró y tiene a James Rodríguez, el goleador y una de las máximas figuras en Brasil. Pese a esas condiciones en el rival, fueron los dirigidos por Luiz Felipe Scolari los que pegaron primero.
A los cinco minutos, Neymar ya amenazaba a la defensa colombiana al escaparse por el costado izquierdo en una contra que podría haber sido letal de no ser por la rapidez de Zapata, que mandó la pelota al córner. Sin embargo, desde allí llegó el primer gol para el local: el centro se fue directo al segundo palo -sin que David Luiz llegara a la pelota- donde estaba un Thiago Silva solitario, luego de que Carlos Sánchez perdiera la marca, para anotar el 1-0 de rodilla.
El gol entusiasmó a Brasil que jugaba hasta aquí su mejor partido en el Mundial, después de una semana en la que mucho se habló de cómo había afectado emocionalmente al equipo la definición con Chile. Aunque Cuadrado y James intentaban llegar al arco de Julio César, la imagen que entregaba Colombia era pálida y muy diferente a la mostrada ante Uruguay. Por eso, el local estuvo más cerca del segundo que su rival del primero y Hulk, antes del final del primer tiempo, tuvo su oportunidad con un remate que se fue desviado a los 38.
Para el segundo tiempo, Pekerman apostó por el delantero Hernán Ramos para reemplazar a Víctor Ibarbo. Aunque Colombia tuvo la pelota, Brasil apostó al juego trabajo y se fue llenando de faltas. Lo que no aparecieron fueron las tarjetas hasta los 19 minutos cuando Thiago Silva recibió la amarilla que lo dejaría afuera del duelo de semifinales por patear al arco cuando había falta al arquero en una salida desde el fondo de los colombianos.
Colombia quería el gol y casi lo tiene a los 21, pero el árbitro español Carlos Velasco Carballo cobró correctamente el offside de Yepes y la jugada que terminaba en gol terminó anulada. Como un balazo de agua fría cayó tres minutos después el tiro libre a cargo de David Luiz que se clavó en el ángulo, a la izquierda de Ospina, para el 2-0 que acercaba a Brasil a semifinales.
Parecía que los brasileños tenían el partido resuelto, pero a 13 minutos del final James la tocó para Bacca y a Julio César no le quedó otra que salir a cortarlo. La falta terminó en penal y amarilla para el arquero, y el del tiro se hizo cargo el delantero del Mónaco, para mantener la racha de ser el único jugador en convertir un gol en cada partido jugada en el Mundial, para llegar al sexto en Brasil. Tres después, el centro de James para Bacca terminó en el cabezazo desviado del delantero que igualmente fue anulado por posición adelantada.