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Bou visitó al hincha de Racing más anciano del barrio Nébel

El delantero de Racing le dio una grata sorpresa al abuelo Tito, el hincha de la Academia que el 25 de diciembre último cumplió 91 años, y como regalo la Pantera pasó a saludarlo, charlaron de fútbol y se abrazaron por el título.

7 de Enero de 2015
"Me dijeron que quería conocerme. Ni lo dudé y fui a verlo", relató Bou.

Tito hoy no oye bien. Por momentos deben gritarle para que entienda. Pero sí escucha, a menudo, lo que le comentan los vecinos: muchos le dicen que es el hincha de Racing más anciano del barrio Nebel y hay quienes hasta le aseguran que es el más longevo de todo Concordia con amor por esos colores. Tito es Oscar Ava. Tiene 91 años.

 

Vivió muchos momentos, por ejemplo, brillar a Oreste Corbatta y al Marques Sosa, uno de sus preferidos del pasado. Vio los títulos locales desde 1925 hasta el último, vio tres por torneos Internacionales, vio tres Copas Nacionales. Vio 16 de las 36 coronaciones que logró Racing desde que existe. Y un día, también, vio en persona al goleador de la Academia que dio la vuelta olímpica el 14/12/2014: al mismísimo Gustavo Bou.

 

La Pantera pasó todas sus vacaciones en su tierra, en su lugar en el mundo, el sitio en el que lo recibieron con una caravana que lo hizo sentir héroe arriba de una camioneta de bomberos.

 

Anduvo de un lado para el otro, siempre con el placer de rodearse de la gente que quiere, apegado al sentido de pertenencia que lo caracteriza y con permanentes actos solidarios silenciosos. Y entre tantas visitas a personas que conoce de toda su vida, se hizo un tiempo para encontrarse con una por primera vez. Con el famoso Tito, sí.

 

“Un primo mío me dijo que había un señor del barrio que tenía ganas de conocerme. Ni lo dudé y fui a verlo. Fue un lindo momento, se emocionó mucho el señor mayor”, cuenta Bou.

 

El nono sopló las velitas el 25 de diciembre y el 30 recibió uno de los mejores regalos que le significó ese encuentro mágico, luego de llamados telefónicos que, a su esplada, fueron ajustando detalles de horario. Tito no sabía nada. No imaginaba ni remotamente lo que se venía. Tampoco comprendía por qué su casa se había llenado de tantos familiares.

 

“Nos habían dicho que Gustavo llegaría entre las 18 y las 21. Sinceramente, no teníamos muchas esperanzas de que viniera. Pero como a las 20.50, apareció”, cuenta Agostina, la nieta. Eso sí, apenas el delantero bajó del auto (un viaje de unos diez minutos) recibió instrucciones: le pidieron que ingresara despacio a la casa por temor a que una emoción fuerte le causara problemas de salud al abuelo.

 

“Cuando entré, el señor no me reconoció. Preguntó quién era porque yo estaba con gorrita. Me la saqué y se emocionó por la sorpresa. Me puso muy contento verlo así de feliz. Hasta el día de hoy, sus hijas y nietas me hablan para agradecerme”, revive la Pantera.

 

Charlaron media hora, Gustavo aceptó tomar sólo un vaso de agua y lo escuchó atentamente. Don Tito arrancó diciéndole que “vos sos el que me hizo gritar tantos goles”, le contó que uno de sus ídolos es el grandioso Marqués Sosa (campeón del 58 y 61) y se abrazaron. Bou le prestaba atención como si enfrente tuviera a Cocca en plena charla técnica.

 

Prometió, antes de retirarse, que volvería a visitarlo con una camiseta 23 (su número) autografiada. “La familia del señor, cuenta Bou, valora la buena onda que le puse. Para mí también fue fuerte y lindo lo que viví”.

 

Al otro día, en lo que fue un salto generacional radical, Gustavo recibió en la puerta de su casa a un niño que soñaba con tenerlo en vivo y en directo: “Me cayó un nene de 10 años que quería verme. No paraba de temblar. Fue otra cosa hermosa que me tocó pasar. Siempre soñé con este reconocimiento”.

 

Es la personalidad del momento Gustavo Bou en su Concordia natal. Lo aman. Lo descubren por la calle y se le acercan para saludarlo o pedirle un autógrafo. Y él, generoso como pocos, humilde de corazón, complace a todos. Puede ir a la casa de una persona de 91 años o acariciarle la cabeza a un purrete de 10. Así es este atacante que se hizo realmente famoso gracias a sus goles. Es un campeón, Como todo Racing.

 

Si algo no tiene Bou es ínfulas de estrella. Al contrario: así como lo fue a saludar al abuelo Tito, también hace otras cosas en silencio. Hace poco un temporal tiró una pared del club Nebel, donde él jugó, y financió la construcción de una muralla nueva. También suele regalar bolsones con pelotas y camisetas. Y, claro, siempre va de visita.

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