Barcelona, guiado por un espectacular Andrés Iniesta, recuperó este sábado la excelencia y desarboló (0-5) a un Sevilla irreconocible para revalidar el título y ceñirse su trigésima corona de la Copa del Rey y la cuarta consecutiva.
Apareció en la primera final del Wanda Metropolitano la mejor versión del conjunto de Ernesto Valverde, muy distinta a la que le costó la eliminación de la Champions en Roma, y no tuvo rival, porque los hombres de Vincenzo Montella plantearon muy poca oposición, todo lo contrario que ocurrió hace dos años, cuando hubo que acudir a la prórroga.
Aquella derrota en el Olímpico romano obligaba al Barcelona a tratar de paliar la tremenda decepción con el doblete. La primera parte del 'trato' ya la tiene en el bolsillo, la segunda, LaLiga, llegará en los próximos días.
Lo logró con rotundidad y hasta con una lección de fútbol más que notable ante la que el cuadro andaluz poco o nada pudo rebatir. Cuajó un pésimo encuentro del que se salvaron muy pocos.
Así, Barcelona empieza a cerrar un semestre que tendrá un sabor agridulce por la dura eliminación de la Champions League, pero que seguramente se corone con el título de Liga.