Años de periodismo y una figura que despierta suspiros definen parte de lo que es Nancy Duré (45). Pero detrás de eso hay una mujer de convicciones firmes, plantada, que querría volver a enamorarse y que la vida, hasta el día de hoy, expuso a pruebas muy difíciles. "Tengo una faceta artística que siempre quise desarrollar y que, quizá, no pude hacerlo. En esta profesión hay mucho de talento, y de suerte, pero sobre todo de constancia, de ir mucho para adelante, de no conformarse con los noes que uno recibe", arranca la panelista de Implacables en diálogo con la revista <i>Paparazzi</i>.
"Cuando era chica no sabía bien qué quería hacer, pero lo que sí tenía en claro era que no quería ser una persona normal. No me imaginaba siendo una mujer que trabaja en una oficina, vuelve a su casa y prepara la comida. Quería ser famosa, cantante, actriz, bailarina, soy diferente a los demás. Y las vueltas de la vida hicieron que llegara al espectáculo como periodista. No reniego para nada de ser periodista de espectáculos, estoy muy orgullosa porque es lo que me gusta", cuenta, entusiasmada.
-¿Te gustaría hacer teatro o estar en el Bailando por un sueño?
-Me encantaría. . . todavía estoy esperando que me llegue la propuesta. Lo aceptaría con gusto siempre que sea compatible con lo que hago, porque a esta altura no puedo dejar mi profesión para arrancar como vedette en una temporada. Soy de las que están en la butaca del teatro y siempre sufriendo por no poder estar del otro lado. Soy periodista de espectáculos porque soy una artista frustrada.
-Tenés un costado súper sexy que se destaca
-Uno, a los veinte, tiene el físico que le tocó. Y, después de los cuarenta, el que se merece. Lo que puedo ostentar hoy a nivel físico es de toda una vida de no haber fumado, de hacer actividad física, soy vegetariana hace veinticinco años, tomo muy poquito alcohol, no tengo excesos, no ando mucho de noche, a pesar de los eventos a los que puedo ir, donde me saco una foto y me voy. Vivo absolutamente libre de prejuicios. Me dieron una sola vida y jamás se me ocurriría dejar de hacer algo que me guste o me haga feliz por miedo a lo que los demás digan o piensen. El pensamiento y la bikini no son incompatibles. Soy consciente de mi celulitis, de mi edad y de mi panza, y no me molestan. Pero me gusta jugar a ser sexy, si hay una playa donde se puede hacer topless, lo hago porque me gusta broncearme sin que quede la marca.
-¿A la hora de la intimidad también sos así?
-Sí, también me gusta seducir a mi pareja. Me gusta jugar mucho, sorprender, usar lencería sexy. Hace dos años que me separé de mi último novio, con el que estuve casi seis, fue una pareja muy sana que me hizo muy bien y que, lamentablemente, creo que pagó culpas de todos los anteriores, y por eso la relación se terminó. Me cuesta mucho enamorarme y más entregarme a una pareja. Tengo muchas ganas de volver a enamorarme. Pero me pasa que los hombres se asustan cuando se encuentran con una mujer que tiene muy en claro lo que quiere y lo que no. Quiero un hombre que me respete, me valore, que no me coarte en mi libertad, no me quiero casar, convivir ni tener más hijos. Jamás concretaría una cita con alguien que me contacte por Instagram, que no sé quién es. . . Es muy fácil saber los lugares donde estoy, trabajo como para acercarte y presentarte. No soy de touch and go, puedo tener amigos con derechos con los que compartir un poco más, sin tener una relación formal hasta que aparezca una persona que me dé vuelta la cabeza.
-Dijiste que tu última relación pagó las culpas de los anteriores hombres de tu vida, ¿tiene que ver con historias que marcan de chico?
-De chica tuve un papá violento. Y más allá de los años que pasaron, del trabajo interno que hice, siempre queda el miedo a confiar en los hombres. Aprendí a dejar de lado los rencores. No es bueno que estén adentro. A diario practico no quedarme enroscada en nada negativo. En mi infancia la pasé muy mal, empecé a ser feliz después de que me independicé, me hice cargo de mi vida y busqué revertir todo lo feo que pasé. Fueron muchos años de aprendizaje y hoy puedo decir que todas las heridas que tuve las logré sanar.
-¿Y dentro de estas heridas está el "rescate" que estás por hacer con tu hermanita?
-En julio, con mis tres hermanas, nos enteramos de la existencia de una nenita de quince años que mi papá tuvo en Paraguay. Ella nos escribió y nos contó que estaba viviendo una situación de violencia, que había denunciado a mi papá, que se inició una causa contra él y que ella quedó en guarda con la mamá de una compañerita. Con mis hermanas nos pusimos de acuerdo, ya viajamos dos veces, hicimos el pedido formal de guarda y estamos tratando de traerla a la Argentina para vivir con nosotros. Mi papá está imputado por esa causa de maltrato familiar y, si tenemos suerte, esto se puede resolver en breve. Nos gustaría que nuestra hermanita esté con nosotras antes de fin de año. La idea es que viva, en principio, en la casa de mi hermana que me sigue, que quedaría como tutora legal, pero nos haríamos cargo todas juntas. Cuando la conocimos nos dimos cuenta de que era una de nosotras y que teníamos que ir a fondo.
-Nada sencillo
-La primera sensación fue de shock. Era una historia que teníamos cerrada, incluso ninguna de nosotras tenía contacto con nuestro papá ni sabía qué era de su vida. Nos generó mucho miedo, pero ir, insisto, teníamos que ir a fondo para traerla y darle una vida mejor, porque se puede. No fue fácil desde lo emocional, económico ni práctico, pero sabíamos qué era lo que teníamos que hacer, no lo dudamos. Falta la decisión de la jueza de firmar la autorización, porque la nena se quiere venir con nosotras. Va a empezar una nueva vida para mí, más allá de que hoy por hoy ya tenemos contacto diario.